"La piedad cuaresmal nos pone ante ese yo más escondido, en el que se encuentra el motor vital, pero con todas sus heridas y pecados"
Querer amar y no saber, pretender creer y no ver cómo, desear esperar y no terminar de encontrar la fuerza, posiblemente es algo que nos une a todos. Y a nosotros más, pues queremos amar, pero no como ama el mundo; y rendirnos a la fe, pero con doctrina clara y católica; y anhelar la esperanza, sin desvirtuarla en una ilusa ilusión de positividad subjetivista.
La piedad cuaresmal nos pone ante ese yo más escondido, en el que se encuentra el motor vital, pero con todas sus heridas y pecados. El ver a Dios llagado, despojado, triturado por mí, emociona, punza, duele y, si es real, zarandea y mueve. Todos quisiéramos ser mejores (saber amar), pero nuestra necesidad de ser amados nos ahoga en conflictos. Todos quisiéramos entregarnos a Dios confiados (tener fe), pero el miedo a perder nuestra libertad (tan libertaria y endiosada) nos abate. Todos quisiéramos tener la fuerza interior de un Quijote para reírnos estoicamente de nuestros fracasos por no tener en nosotros la fuerza invencible de la esperanza, pero las frustraciones nos aplastan.
Nosotros, como hermandad, queremos, en nuestra Cuaresma, arrodillarnos cinco días (un quinario) a los pies del Despojado, ante su Presencia Real, Viva y Verdadera bajo el velo de la especie humilde de Pan, para aprender a amar, contemplándolo, y así despojarnos del egoísmo y sus conflictividades.
Seguiremos a Nuestro Señor por las calles en la Vía de la Cruz, en su camino hacia el Gólgota, recordando cada calle, cada gesto, cada esquina, cada estación para pasar de la emoción a la fe, considerando, a su paso, nuestra locura libertaria.
Y lloraremos el Domingo de Ramos, transidos de cuchillas de emoción, para alcanzar el perdón, confesando, y así hallar las fuerzas de una renovada esperanza que nos permita caminar ese día y todo el año.
En este deseo compartido de buscar nuestra salvación, os saludo. Todo lo demás es paja que se lleva el viento.
P. Enrique Mora González, OdeM,
director espiritual de la hermandad.