"Estamos llamados hoy a la nueva evangelización"



Os saludo como vuestro director espiritual, evitando la matraca de repetir lo consabido; esto es, que se acerca la Semana Santa, nuestro Domingo de Ramos y que lo importante es lo que es, el camino de la fe y la derivación necesaria en vida cristiana de ésta, y no otras cosas externas, etcétera, que como gramófonos rallados y como lugar común se repite, -como el ajo-, por doquier de modo cansino y amargo.

Pero es que la confusión y el intento de pretender ser cofrade y a la vez 'ser normales', según la sensibilidad del mundo moderno, que permite todo en el campo de la afectividad y de las relaciones, nos precipita a unos laberintos irresolubles. ¡Cualquiera se mete ahí en ese meollo! Por desgracia, -fijaos que os digo-, observo que estamos, como gran parte del desnortado pueblo católico, 'instalados perfectamente en el laberinto de la confusión y la contradicción'. Os confieso que muchas veces me pregunto, con dolor de corazón, qué rezamos cuando decimos ‘hágase tu voluntad’, cuando ésta no se sabe tan siquiera cuál es, o lo que es peor, tampoco me la pregunto por una necesidad de conciencia u oigo tantas interferencias que al final, como parece más lógico, tiramos por la calle del medio, acomodándonos a la moral actual y así no tener que poner cotos a mi libertad y deseos, liberados y desvinculados de toda atadura tradicional.

Las hermandades, como el famoso 'cartel de Sevilla' de este año, sin embargo, no son más, aunque muchos, -incluso importantes-, se resistan a reconocerlo con humildad. No son más, insisto, que el baluarte y la avanzadilla de la desacralización, relativismo moral y actitud sumisa y buenista del 'cuerpo mayor'.

Sin embargo, aún a riesgo de no ser comprendido ni por los Unos ni por los Romanos, estoy convencido de que estamos llamados a hoy a la nueva evangelización que pasa por 'ir contracorriente', por ser 'los raritos', por optar serenamente y con alegría por la 'contra-revolución', en modos, vida y maneras. Alta meta, claro está, para los que solo quieren 'ir de guais', bendiciendo todo para recibir el aplauso del mundo y sin capacidad para asumir la soledad y el escarnio del Despojo de la Cruz.

Nosotros miramos a Cristo Despojado, que sudando sangre dijo: "Que se haga tu voluntad, Padre, y no la mía", optando por no 'pactar' con Pilato ni con el Sanedrín. Y volvemos con nuestra mirada a la 'primera discípula', nuestra Madre-niña de la Caridad y del Consuelo, que asumió la tremenda soledad de la cruz por ser consecuente con la fe, el amor y la esperanza del leitmotiv de su vida: "Hágase en mí según tu palabra".

¡Qué difícil, -me dijo alguien no hace mucho-, ser cofrade de verdad en este mundo y en este tiempo! Tan difícil, hermanos, como crear un cartel con unción, devoto y piadoso, cuando el arte y la vida (y hasta en cierto modo la liturgia) solo busca transgredir e innovar. ¡Qué difícil es exigirnos orden, disciplina, recato y altura en nuestros actos de hermandad, cuando todo es solo horizontalidad familiar! ¡Qué difícil, en fin, salir de lo vulgar y no traspasar la sutil línea de lo sublime a lo ridículo por motivo de vacuidad!

Ánimo, hermanos, en este mar revuelto, para buscar la luz y las más prístinas aguas. ¡No se conformen con menos! Saludaos quedan y despachados más.


Fr. Enrique Mora González, OdeM
Director Espiritual de la Hermandad Sacramental, Mercedaria y de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo.