"Tras tu paso, tras tus pasos, hoy y siempre, para vivir contigo el Domingo de Ramos"
Adjuntamos en esta publicación la plegaria que pronunció nuestro director espiritual, el padre Enrique Mora, OdeM, antes de iniciar la estación de penitencia el pasado Domingo de Ramos desde el templo parroquial de la Purísima con las imágenes de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo:
Salamanca, 24 de marzo de 2024.
Domingo de Ramos.
Señor, aquí nos tienes, un año más, de tantas maneras… Temblorosos, distraídos, alegres, apenados…, pero todos, Señor, me atrevo a confesarte, venimos románticos y borrachos de libertades de mundo, de carne y del fango que conlleva. Y no sé, Señor, también lo confieso, si queremos buscarte o si tan siquiera sabemos buscarte; o lo que es peor, si nos atrevemos a encontrarte.
Hoy, sí, la emoción, los sentimientos y hasta la euforia lo envuelve todo, lo tamiza todo, lo desborda todo como un río en crecida que tapa miserias y enloquece a la sequía. Mas, Señor, frágiles son estas alforjas para hacer camino.
Venimos a hacer estación de penitencia, pero no sé, Señor, te lo confieso también, si solo me quedaré en asistir a una procesión. Pues no sé si tan siquiera sé hacer penitencia. Pues no sé si sé y si quiero hacer examen de conciencia ni sé tampoco si tengo propósito de alguna enmienda… Necesitamos de tu perdón, decimos, pero no sé si traigo arrepentimiento, pues no sé si siento culpa y lo que es más, Señor, no sé, y tampoco me lo pregunto en profundidad, cuál es, en verdad, tu voluntad, pues ya vivo yo en mis libres valores.
Te quisiera acompañar en tu gran despojamiento. ¿Solo el de las vestiduras? No, Señor, sino en el despojamiento más importante que se refleja esta escena degradante que paseamos por nuestras calles. ¿Cuál? Pues el gran despojamiento de tu vida, hecho sudor y sangre en la noche afilada del huerto santo: 'Padre, que no sea lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres'. ¿Y yo te seguiría en ese despojo? Es decir, ¿que 'mi voluntad esté conforme con la divina para todo'? Esto es, ¿vivir según Dios y no según el mundo y mis criterios 'diosificados'? Pues, esto es ser tu hermano, Señor: creerte y vivir en la gracia de la voluntad del Padre en todo. Mas tantos me dicen que estás muerto. Mas tantos me dicen que me aferre a mi rabiosa voluntad libertaria. Mas tantos me dicen que te arrincone hasta que te obligue a bendecir mis frivolidades. Mas tantos me dicen que fluya, que busque felicidades, que viva de instintos educados en el vacío y la nada. Mas tantos me dicen que te reduzca a un mueble que adorne mis emociones y rincones espirituales. Y si al menos, Señor, la vergüenza o la atrición me movieran el alma… Para llegar a amarte en verdad, para sentir que me hieres de amor.
Señor, solo sé que estoy aquí, con mi costal, con mi hábito, con mi medalla… Y sí, con mi vida y con mi fe quebrada… Pero estoy, Señor, escondido, sí, pero estoy… Quiero amarte y no sé cómo.
Te ruego, Padre, que me ilumines como al hijo pródigo, para que vomite las bellotas de la rebeldía sistémica de la laicidad democrática y de progreso. Te ruego, Padre, que, como Zaqueo, me caiga del árbol de la soberbia de mi endiosada autodeterminación individual. Te ruego, Padre, ser como Dimas a pesar de mi vida pasada.
Mira con bondad, Señor, a estos hijos tuyos y a este indigno siervo. Te ruego por ellos, por todos los suyos, por sus intenciones, por sus heridas y por sus esperanzas. ¡Bendícelos, Señor! ¡Arrópalos, Señor! ¡Acaríciales el alma! Te pido que acojas en tu Reino a los que ya han partido ante el que juzga rectamente. Y te pido, Señor, también, quizá algo inaudito: ¡Líbranos y libra a esta Hermandad de gente sin piedad!
Y ahora, Señor, después de mostrarte nuestra nada y vergüenza, danos tu perdón, aunque no lo merezcamos. ¡Empújanos a la conversión! Nos agarramos a tu Madre para seguirte, Dulce Caridad e Inefable Consuelo, Merced nuestra, pues Ella si supo decir «hágase tu voluntad». Bajo su palio me pongo, a la trabajadera me agarro, en mi antifaz me recojo y hecho a volar como espino pájaro y como polvo enamorado… Tras tu paso, tras tus pasos, hoy y siempre, para vivir contigo en Domingo de Ramos.
Amén.
P. Enrique Mora González, OdeM.
Comendador de la Orden de la Merced.